Autoestima motor del comportamiento

 

La autoestima (lo que una persona siente por sí misma) está relacionada con el conocimiento propio (lo que una persona piensa de sí misma). En un individuo puede detectarse su autoestima por lo que hace y cómo lo hace. Existen tres buenos motores que influyen en el comportamiento del individuo y suelen manifestarse simultáneamente: 

• Actuar para obtener una mayor satisfacción y creerse mejor. En este caso, dicho individuo buscaría alabanzas eludiendo tareas en las que podría fallar y haciendo aquellas en las que está seguro. 

• Actuar para confirmar la imagen que los demás, y él mismo, tienen de sí. Como por ejemplo, si una persona cree ser un buen futbolista, querrá jugar al fútbol siempre que encuentre la menor oportunidad. Si por el contrario cree que se le da mal la jardinería, arreglará mal ciertas cosas del jardín y dirá que es por azar cualquier mejoría que experimente en esta afición. 

• Actuar para ser coherente con la imagen que tiene de sí, por mucho que cambien las circunstancias. Para el individuo es muy difícil cambiar algo de sí mismo que afecte a alguna de sus ideas básicas y posibilite un comportamiento diferente. 

 Características de los individuos con autoestima alta o baja

 Con alta autoestima:

 • Toma iniciativas. 

• Afronta nuevos retos 

• Valora sus éxitos. 

• Sabe superar los fracasos, muestra tolerancia a la frustración. 

• Muestra amplitud de emociones y sentimientos

 • Desea mantener relaciones con los otros. 

• Es capaz de asumir responsabilidades. 

• Actúa con independencia y con decisión propia. 

Con baja autoestima:

 • Sin iniciativas, necesita la guía de los otros.

 • Tiene miedo a los nuevos retos.

 • Desprecia sus aptitudes. 

• Tiene poca tolerancia a la frustración, se pone a la defensiva fácilmente.

 • Tiene miedo a relacionarse, siente que no será aceptado.

• Tiene miedo de asumir responsabilidades. 

• Muestra estrechez de emociones y sentimientos. 

• Es dependiente de aquellas personas que considera superiores; se deja influir. 

Siguiendo a Nathaniel Branden (2010: 18), Si puedo aceptar que soy quien soy, que siento lo que siento, que hice lo que hice –si puedo aceptarlo, me guste o no–, puedo aceptarme a mí mismo. Puedo aceptar mis defectos, las dudas con respecto a mí mismo, mi baja autoestima. Y una vez que puedo aceptar todo esto, estoy del lado de la realidad, no contra ella. Tengo libre el camino para comenzar a fortalecer mi autoestima. Una autoestima sana implica una valoración objetiva y realista de nosotros mismos, aceptándonos tal como somos y desarrollando sentimientos positivos hacia nosotros mismos.

 Es preciso no olvidar dos cosas: 

• Que la autoestima positiva no consiste en verse como una persona extraordinaria y maravillosa, con cualidades absolutamente excepcionales, a la que todo le va bien y a la que el éxito le acompaña permanentemente. Lo que es verdaderamente importante es tener una percepción y valoración objetivas y positivas de uno mismo y aceptarse como es y con todo lo que es, con sus aspectos positivos y negativos, con sus luces y sombras, con sus logros y sus limitaciones...

 • Que, en contra de la opinión generalizada, llegar a cambiar la autoestima negativa es una tarea difícil, que puede necesitar la intervención de algún especialista. Posiblemente, el mejor camino para desarrollar una autoestima positiva es a través de la creación de un clima de relaciones personales donde la persona experimente seguridad, respeto, aceptación y libertad para actuar; donde sienta la amistad y el apoyo de los demás y donde tenga unas metas claramente definidas y unos criterios de conducta objetivos, donde pueda tener experiencias nuevas y equivocarse sin temer consecuencias negativas y donde no tenga que autoprotegerse, distorsionando para ello la visión y valoración propias.

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